En los últimos años, la legislación alimentaria en la Unión Europea (UE) ha experimentado cambios significativos y aún se espera la implementación de algunos avances normativos. Los cambios implementados han sido motivados por eventos significativos como la llamada crisis de las «vacas locas» del pasado y, actualmente, la normativa se encuentra preparada para adoptar cambios relevantes en varios aspectos.
Dentro de las regulaciones que están a la espera, destaca la referida a los materiales en contacto con los alimentos. Esta normativa, particularmente desconocida y curiosa, busca controlar qué tipo de materiales pueden interactuar con los alimentos, desde el envoltorio hasta las cintas transportadoras empleadas en su procesamiento y envío.
En 2004, la UE estableció un marco reglamentario para 17 categorías de materiales que pueden estar en contacto con alimentos. Desde entonces, las regulaciones se han desarrollado lentamente y principalmente han abordado el uso del plástico. Se espera que la Comisión emita directrices para evitar la «migración del material del envase al alimento», es decir, la presencia de restos de plástico o cristal, o cualquier alteración en las características organolépticas de un producto por su envase.
Además, la UE trabaja para expandir la información disponible en las etiquetas de los alimentos. Hay trabajo en curso para revisar la normativa en lo concerniente al bienestar animal y a las bebidas alcohólicas. Simultáneamente, se están evaluando opciones para la información nutricional en las etiquetas, especialmente en lo que respecta al etiquetado frontal nutricional.
A nivel nacional, algunos países están a punto de implementar regulaciones que combatan el desperdicio de alimentos, aunque el proceso ha experimentado retrasos. También se espera una orden ministerial que autorice la venta de ciertas frutas y hortalizas envasadas, de acuerdo con la obligación de dispensar estos productos a granel, según los decretos de 2022 sobre gestión de envases.
En el futuro, se esperan normativas en áreas como las normas de calidad para la miel y los aceites vegetales, o la regulación sobre vitaminas y minerales añadidos a los alimentos. Sin embargo, la situación actual en la UE parece estar en un punto de inflexión, abierta a cambios significativos en la legislación alimentaria.