En la tranquila aldea gallega de Vilariño de Conso, la señal de una llamada en el móvil de Atilano marca el comienzo de una actividad frenética. Atilano es el propietario de una pequeña explotación ganadera y su llamada es una convocatoria para que los esquiladores vengan a rapar sus ovejas: un oficio antiguo que, ahora más que nunca, revitaliza estas zonas rurales.
Los esquiladores viajan por sinuosas carreteras gallegas hasta ubicaciones rurales recónditas donde incluso el GPS puede tener dificultades. En la granja, los acordes de la música punk y ska, como las canciones de Kortatu, audiblemente marcan el inicio de su trabajo y del proceso de esquileo.
Respetan el llamado método neozelandés según el cual las ovejas son esquiladas «en suelto». Este procedimiento dicta que se retire el vellón de las ovejas de una sola pieza, una vez que el animal se ha inmovilizado de una manera que estresa mínimo al mismo. María García, una de las jóvenes esquiladoras, insiste que no hay nada como el trabajo al aire libre, a pesar de que no es un oficio reconocido y para aprender no existen estudios formales disponibles.
A lo largo de casi cuatro décadas de de esquileo, Atilano ha observado que la música parece relajar a las ovejas y a los trabajadores, creando un ambiente de tranquilidad en el que las ovejas, que normalmente son bastante traviesas, parecen entender que es la época de la rapa y se calman considerablemente. En un solo día, pueden llegar a esquilar más de doscientas ovejas.
La llegada de los esquiladores es una bendición para los ganaderos, pues la acumulación de lana es un problema creciente. Antiguamente, la lana era una fuente de beneficio adicional para estos productores, pero hoy en día se ha convertido más en un residuo al no encontrar compradores.
No obstante, este oficio tan especial tiene un impacto considerable en las comunidades rurales de Galicia y otras regiones de España. Los esquiladores, con sus atuendos singulares y rostros curtidos por el trabajo al aire libre, traen un respiro de vida a estas áreas rurales que luchan contra la despoblación. Y aunque es un trabajo difícil, la pasión, la dedicación y el respeto hacia los animales no faltan en esta noble profesión.