El uso de rebaños de ovejas con propósitos de protección forestal es una estrategia poco aplicada en Cataluña, aun siendo una alternativa efectiva para reducir la masa vegetal susceptible de ser combustible en una eventual incidencia de incendio. Esta práctica, denominada silvopastoreo, consiste en desplegar rebaños en áreas arboladas para que se alimenten mientras controlan el crecimiento de la biomasa, mitigando de esta manera el riesgo de incendios forestales.
El ganadero y gestor forestal Josep Maria Sauri, con más de cuatro décadas de experiencia en el campo del silvopastoreo, lo contempla como una vía eficaz para mantener el bosque sano. Los animales, al pastorear, contribuyen a la limpieza de la maleza, reduciendo la disponibilidad de combustible vegetal para un potencial fuego. Esta práctica, además, ayuda a evitar que las llamas afecten las copas de los árboles, lo que complicaría su extinción.
No obstante, la relación entre dueños de terrenos forestales y ganaderos es esencial para que esta actividad pueda desarrollarse. Según apunta Sauri, existe cierto desequilibrio en este aspecto, en gran parte derivado de la limitada rentabilidad que ofrece la gestión forestal y la disminución progresiva del número de rebaños.
En esta línea, la desaparición de la figura del pastor se asocia principalmente a una insuficiente conservación económica y a la carencia de relevo generacional. A pesar de ello, Sauri mantiene en saludable estado el sotobosque de Sant Celoni, Barcelona, con su rebaño de 550 ovejas y 100 cabras.
Subraya, sin embargo, la necesidad de un mayor respaldo desde la administración. Las subvenciones, insuficientes en su percepción, requieren la adición de capital privado que, a menudo, los pastores no poseen. Por su parte, Anna Santijas, directora general de Bosques del Departamento de Acción Climática, plantea un cambio de enfoque, centrado en compensar directamente el servicio de prevención de incendios prestado por los pastores en zonas clave.
Varias asociaciones y entidades trabajan para fortalecer los vínculos entre ganaderos y propietarios de bosques. Proyectos como «Ramats de Foc», de la Fundación Pau Costa, promueven la colaboración entre ambas partes para beneficio mutuo. De este modo, los ganaderos obtienen espacios adecuados para su actividad, mientras que los propietarios adquieren una ayuda valiosa para proteger sus bosques.
La protección forestal es crucial, especialmente en temporadas de alto riesgo de incendios, como lo evidencia Asier Larrañaga, subinspector de los Bomberos de la Generalitat de Cataluña. Precisamente, los pastores operan en las Zonas de Interés Ganadero (ZIG) clave para la gestión de incendios, formando una masa forestal menos densa y facilitando las maniobras de los cuerpos de bomberos en caso de fuego.