Vivo, salvaje y nutritivo: el marisco en su máxima expresión
El marisco, producto marino vivo, de hábitat salvaje y régimen alimenticio natural, representa una de las ofertas culinarias más codiciadas por su sabor y características nutricionales. Particularmente, la centolla gallega se ha consolidado como una auténtica reina en este universo alimentario, siendo reconocida por su calidad superior. Y por ella, la seguridad alimentaria y trazabilidad son fundamental, garantizando así un ámbito controlado exhaustivamente.
Paco Juzgado, dueño del puesto suministrador de mariscos Mare Nostrum 74 en el Mercado Central de Pescados de Mercamadrid, enfatiza la calidad del producto europeo, específicamente el marisco, y explica que la almeja también es una de las favoritas del público.
Los mariscos, dice Juzgado, son de «primera calidad» igual que ocurre con los productos del Mercado Central. Pueden resultar un poco costosos si comparamos por ejemplo la centolla con las almejas o el mejillón, pero el precio refleja su calidad y su proceso de producción. De acuerdo con Juzgado, pasan por un tratamiento de sulfitos para poder ser vendidos, pues como se alimentan de forma natural, no pueden ser cultivados en granjas piscícolas.
Por otra parte, Juzgado menciona una distinción importante cuando se habla del origen del marisco. Existen dos tipos, el producto europeo y el que proviene de Estados Unidos, pero hay diferencias significativas, abismales, en términos de color, textura de la carne e incluso el precio. Juzgado invita a los consumidores a mirar las etiquetas de los productos para comprobar tanto el origen como su trazabilidad.
Es lamentable declarar que el consumo de mariscos, crustáceos y moluscos en los hogares españoles ha retrocedido en los últimos años. Según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), el consumo per cápita de estos productos fue de 4,91 kilogramos en el último año hasta marzo de 2024, ligeramente más bajo que el mismo período del año anterior con 4,98 kg, y mucho menos si se comparan con los datos del mismo período en 2019, donde se registró un consumo de 6,07 kg. Esto es una indicación de que la demanda de estos productos ha disminuido gradualmente en los últimos años. Y es que, a pesar de ser un tesoro de nuestras aguas, su consumo ha caído en detrimento de otros productos del mar.