La preciada semilla de cacao, ese bien denominado «oro marrón», siempre ha constituido una vital fuente de ingresos y subsistencia para suelo latinoamericano. En los tiempos que corren, el alza de su cotización en los mercados internacionales proporciona un halo de optimismo en la comunidad de productores.
Este contexto, no obstante, arroja varios desafíos que requieren una acción conjunta a nivel local e internacional.
Brasil, uno de los grandes titanes del cacao latinoamericano, celebra el incremento de precios a nivel internacional y ve con buenos ojos la inminente sombra de una gran cosecha. Siendo el sexto mayor productor de cacao y el cuarto mayor consumidor de chocolate a nivel global, anunció que durante el pasado año la producción alcanzó las 290.000 toneladas, superando en un 6% a la del año 2022. Es por ello que los ojos de los productores están puestos en superar la barrera de las 300.000 toneladas para este año.
Sin embargo, un riesgo latente proviene del continente africano, donde existen plagas activas. Esta amenaza ha llevado a los productores a pedir al gobierno brasileño que evite la importación de cacao de esta procedencia, ante la relajación de los controles fitosanitarios por parte de la anterior administración.
Aterrizando en Colombia, es interesante mencionar que pese a contar con uno de los cacaos más cotizados del mundo, su producción no es tan relevante, totalizando unas 62.000 toneladas anuales. Después del acuerdo de paz con las FARC en 2016, se ha promovido el cultivo de cacao en áreas de plantaciones de coca, con programas como «Cacao para la paz». Se estima que en torno a unas 60.000 familias colombianas trabajan en la producción de cacao.
Perú, en simultáneo, vive un auge en las exportaciones gracias, en parte, a la diversificación de variedades, al incremento de la demanda global y a políticas públicas favorables para el sector. Las cifras están del lado peruano, ya que se traducen en la exportación de más de 65.000 toneladas de grano de cacao, por un valor de más de 155 millones de dólares, lo que refuerza la economía del país en un 18% en volumen y en 8% en valor.
Ecuador, otro de los colosos en la exportación del cacao, experimenta una dualidad entre oportunidades y desafíos a raíz del aumento de precios. Si bien los productores ven con buenos ojos esta alza, los exportadores se ven obstaculizados por incumplimientos de contratos y fluctuaciones de mercado.
Finalmente, la República Dominicana, pese a los altos precios, encara desafíos relacionados con la caída en la producción y los altos costos operativos.
Todos estos factores resaltan la necesidad de encarar tanto las oportunidades como los desafíos de la producción de cacao en América Latina con colaboración y coordinación entre los gobiernos, productores, exportadores y otros actores clave en esta cadena de valor.