En un rincón de España, donde el desierto se extiende y la tierra parece olvidada, un grupo de agricultores audaces está cambiando el juego. En lugar de rendirse ante la aridez, están adoptando prácticas agrícolas regenerativas para devolver la vida a sus campos. Su objetivo es simple pero ambicioso: convertir el suelo en una esponja gigante, capaz de resistir las sequías y adaptarse a un clima cada vez más extremo.
Estos agricultores, ubicados en una de las regiones más secas de Europa, están demostrando que es posible trabajar en armonía con la naturaleza para regenerar la tierra. Han decidido dejar de lado la agricultura intensiva, que agota los suelos fértiles, y en su lugar, están adoptando prácticas que restauran y revitalizan el suelo.
Uno de los métodos que están utilizando es el de mantener el suelo cubierto todo el año, permitiendo que las llamadas ‘malas hierbas’ crezcan. Estas plantas, lejos de ser perjudiciales, ayudan a fijar el nitrógeno en el suelo y aportan nutrientes esenciales. Además, están utilizando ganado para fertilizar el suelo, una práctica que ha demostrado ser beneficiosa para la salud del suelo.
Sin embargo, este cambio no ha sido fácil. Los agricultores han tenido que enfrentarse a años de cosechas menores mientras sus suelos se recuperan. Pero están convencidos de que el esfuerzo vale la pena. Como dice uno de ellos, «no se trata de que dejas de labrar y pasas de 0 a 100, sino que paulatinamente tienes que ir teniendo más en cuenta el suelo».
La agricultura regenerativa está ganando terreno en todo el mundo como una solución viable a los problemas de degradación del suelo y cambio climático. Aunque todavía es una práctica minoritaria, cada vez más agricultores están reconociendo sus beneficios. Y en España, estos agricultores valientes están demostrando que incluso en las condiciones más difíciles, es posible trabajar con la naturaleza para crear un futuro más sostenible.
