El panorama para el aceite de oliva en España está pasando por un periodo de dificultades. De acuerdo con la Asociación Nacional de Industriales, Envasadores y Refinadores de Aceites Comestibles (Anierac), las ventas de este producto tan preciado en la dieta mediterránea experimentaron una caída del 25,42% en los primeros cuatro meses de 2023. En términos de volumen, esto supone una reducción a 70,94 millones de litros, una cifra significativamente inferior a la del mismo periodo del año anterior.
La demanda de aceite de oliva ha caído en todas las categorías. El virgen extra, se llevó el golpe más suave, con una disminución del 19,61% y un total de 34,05 millones de litros vendidos. Por otro lado, la caída fue más pronunciada para el aceite de oliva «suave», que sufrió una baja del 35,14%, equivalente a 25,19 millones de litros. El «intenso» y el «virgen» no se quedaron atrás, con 10,86 y 8,83 millones de litros respectivamente, marcando una caída del 25,77% y 11,79%.
No todo fueron malas noticias. A pesar de la tendencia general a la baja, hubo algunos puntos brillantes en el mercado de los aceites. Los aceites refinados de semillas, por ejemplo, acumularon ventas por 110,67 millones de litros en los primeros cuatro meses, un ligero descenso del 1,98% en comparación con 2022. De manera más notable, el refinado de semillas vio un incremento sorprendente del 48,55%, con ventas de 27,81 millones de litros.
A pesar de este ligero respiro, las cifras generales pintan una imagen de disminución en la industria del aceite. Durante el primer cuatrimestre, las empresas de Anierac han comercializado un total de 194,7 millones de litros de aceite, un 13,54% menos que en el mismo periodo de 2022. Una situación que, sin duda, está dando mucho de qué hablar entre los productores, comerciantes y consumidores de este oro líquido.
